La simple observación de alguno de los periódicos oficiales del régimen, el Pais, el Mundo, ABC, etc, se está convirtiendo en un deporte de riesgo. Noticias que asustan, que se contradicen, que no hay quien entienda.
Hoy 24 de diciembre alrededor de las tres de la tarde se pueden ver dos de estas noticias en la portada de la página web de «El Mundo». Aquí os las dejo y que cada uno saque sus propias conclusiones:
Por cierto, si esta noche a alguno le resulta monótono el discurso navideño del señor se rompe la cadera cazando elefantes, puede ver su primer discurso como rey en el 1975 elogiando al dictador que le cedió humildemente su puesto.
Para cerrar la semana me gustaría compartir un par de vídeos que he podido ver en los últimos días.
El primero es escalofriante y pone los pelos de punta. Es una entrevista a Ester Quitana, la barcelonesa que ha perdido un ojo, después de ser alcanzada por una bola de goma lanzada por mossos de escuadra durante la manifestación de la pasada huelga general. Duele pensar que el partido que ampara a estos desalmados ha vuelto a ser el ganador en las pasadas elecciones catalanas.
El segundo es una conferencia de Juan Carlos Monedero en Azuqueca de Henares el pasado martes. Este profesor de Ciencias Políticas de la UCM me parece una de las voces más instruidas y críticas de la izquierda española, quizá a la altura de Julio Anguita. En el vídeo hace un repaso general a la actualidad social y política de nuestro país. La conferencia dura dos horas, pero os aviso que no tiene ningún desperdicio.
Hoy me gustaría compartir con todos vosotros dos artículos que me han parecido muy esclarecedores e imprescindibles para entender un poco mejor la realidad a la que nos enfrentamos.
El primer artículo tiene como autor a Javier Couso (@caninator en Twitter), hermano del cámara de televisión José Couso, asesinado por el ejercito norteamericano durante la guerra de Irak. El artículo en cuestión analiza que hay detrás de las últimas detenciones a periodistas en nuestro país, los cuales se encontraban grabando imágenes o tomando fotos en diversas huelgas o manifestaciones.
El segundo artículo que os presento, se lo debemos al Colectivo Madrilonia y en él se explican con todo lujo de detalles las modificaciones legislativas que han sido necesarias para que el rescate al sector bancario haya podido tener lugar. El texto resulta esclarecedor, y en base a él se entiende porque el dinero que en un principio iba a llegar antes de verano, ha llegado finalmente cuando los turrones, por navidad.
La actual situación de nuestro país me recuerda a la de un edificio antiguo de viviendas a punto de ser derribado para construir en su lugar un nuevo y flamante edificio de oficinas. Mientras los promotores esperan ansiosos la demolición para comenzar a hacer rentables (o no) negocios, los antiguos propietarios han perdido lo que era su hogar y han sido realojados en otro lugar, quien sabe si mejor o peor.
Parece que, nos guste o no, nuestro país está en venta, con muchos de nosotros dentro y a precio de saldo. Escudadas en los mantras de «hemos vivido por encima de nuestras posibilidades» y «no hay alternativa» nuestras élites gobernantes han decidido que el sector público sobra. La sanidad y la educación son sectores demasiado apetitosos como para no permitir hacer negocio con ellos. También parecen tener claro que el destino de nuestros jóvenes no es la educación superior, sino el trabajo precario o la emigración.
Ante tal situación, los colectivos afectados no han parado de movilizarse. Cada día, los medios de comunicación nos muestran las protestas y manifestaciones que se suceden a lo largo y ancho de nuestra geografía. La más reciente es la huelga y manifestación de los profesionales de la sanidad en la comunidad de Madrid que se oponen a lo planes de privatización de hospitales y centros de salud en dicha comunidad autónoma. Para ello han decidido copiar el modelo Alzira. Los habitantes de la Comunidad Valenciana conocemos muy bien en que consiste. Para aquellos que no lo conozcan dejo aquí este enlace y este video para que cada uno saque sus propias conclusiones.
Los servicios públicos educativos son otra víctima de la ola privatizadora. Mientras se reduce su partida presupuestaria, se sacan leyes especiales para permitir los colegios que separan a niños y niñas en las aulas, o se aumentan las desgravaciones fiscales para aquellos que llevan a sus hijos a colegios concertados. Pero no es la educación primaria la única afectada, la universidad también ha sufrido durante este último año un aumento en las tasas de matrícula. Los investigadores, la punta de lanza de la innovación en un país, llevan en algunos casos bastante tiempo sin cobrar. Como respuesta a todas estas medidas, tuvieron lugar tres días de huelga durante el pasado mes de octubre, que por primera vez convocaron, padres, alumnos y profesores de modo conjunto. Otra acción de protesta es la que van a llevar a cabo hoy 28 de noviembre algunos profesores universitarios en Madrid, los cuales van a impartir sus clases en ciertos lugares de la capital para denunciar el desmantelamiento de la universidad pública.
Pero no es solo el sector estatal el que se encuentra en rebajas. Las empresas privadas también se han apuntado a la moda. El caso más reciente es el del periódico El País que ha despedido a la tercera parte de su redacción. Otro caso, no tan publicitado, es el de cinco trabajadores de Telefónica que han pasado 23 días en huelga de hambre, en solidaridad con un compañero que fue despedido por acumular varias bajas debido a una hernia discal. A este respecto, es imprescindible ver el mensaje de apoyo que Julio Anguita les envía en nombre del Frente Cívico Somos Mayoria.
Ante semejante panorama, cabría esperar alguna disculpa de la gente que nos ha llevado hasta este punto, representantes políticos de un partido y de otro. Nada más lejos de la realidad, aprovechan la más mínima ocasión que tienen para denigrar aun más a la ciudadanía cargando sobre nosotros las culpas de todos los males que nos aquejan. Las dos últimas en sumarse a la moda Andrea (Que se jodan) Fabra, han sido la antigua ministra socialista María Antonia Trujillo, con su «el que tenga deuda que la pague», y una diputada regional del PP en Valencia, que tomando la parte por el todo argumenta que hay regular las ayudas las familias más desfavorecidas puesto que algunas «compran televisiones de plasma y otras cosas no apropiadas». Por otro lado, los escándalos de corrupción no dejan de sucederse uno tras o otro. El último, relacionado con una trama urbanística, afecta al PSC.
Pese a todas estas dantescas situaciones, parece que a la población española nos va la marcha. En Cataluña, en las elecciones del pasado fin de semana, CiU ha vuelto a ganar con un amplio margen. El partido de los recortes en sanidad, de los golpes en la calles y de la cortina de humo independentista solo ha perdido 12 escaños con respecto a los últimos comicios. Si a ellos les sumamos PP y PSC nos vamos a más de la mitad del electorado apoyando a los partidos gobernantes de los últimos años.
La clase trabajadora hemos de empezar a asumir que la pelota está en nuestro tejado. Nos cuenten lo que nos cuenten esta crisis ha sido diseñada para continuar lucrando a unos pocos a costa de la gran mayoría de la sociedad. La salida a la que nos lleva las últimas medidas está clara, trabajar más, en peores condiciones y por salarios más bajos, donde enfermar y acceder a estudios superiores sea un lujo solo al alcance de los sectores más pudientes. Y no es que no haya otra alternativa, es que no hay voluntad siquiera de buscarla.
Nos guste o no en la rebeldía está el único camino. A la clase trabajadora nunca a lo largo de la historia se le ha regalado nada, todo lo ha conseguido a base de pelear día a día por sus reivindicaciones. Pequeños ejemplos, como el del Hospital la Princesa de Madrid o el del servicio de recogida de basuras de Jerez, nos muestran que lucha sostenida da sus frutos. Solo la unificación de todas las reivindicaciones creará la suficiente masa social para que el motor del cambio se inicie.
Para ello, en primer lugar, creo que debemos recobrar la confianza en nosotros mismos como personas que podemos hacer algo para que las cosas cambien. Cuando estemos convencidos de ello, seremos capaces de sumar a más gente a la causa. En segundo lugar debemos recuperar la conciencia de clase y la solidaridad. No debemos dejar que calen mensajes simplistas que suelen acabar culpando de las situación a los más débiles. El colectivo de afectados no para aumentar. Si aun no nos ha tocado a nosotros o a alguien de nuestro entorno es solo cuestión de tiempo que lo haga. No nos dejemos vencer por el miedo a perder lo poco que tenemos, puede que lo perdamos pronto.
Ahora asumamos nuestra parte de responsabilidad. Quizá sí que hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades. Pero no por comprar pisos, ni tener uno de los mejores sistemas de sanidad pública del mundo, ni un sistema de becas que ha permitido a gente como yo estudiar una carrera universitaria. Empezamos a vivir por encima de nuestras posibilidades cuando decidimos despolitizarnos, asumiendo que con ir una día cada cuatro años a votar era suficiente. Tampoco deberíamos habernos permitido creernos todo lo que nos cuentan en la tele o se publica en las páginas de El País. La realidad nos está sacando a golpe de porra o de ERE de este ensueño. En nuestra mano está intentar subsanar el error y que no se vuelva a repetir.
La Tuerka es un programa de debate politico que se emite en el Canal 33 de Madrid. En el resto del pais podemos verlo por internet. El programa de ayer trataba de la privatizacion de la sanidad publica. Conviene verlo puesto que destroza todos los topicos sobre la dialectica sanidad publica o privada.
Recomiendo encarecidamente verlo, puesto que se dicen cosas que asustan.
Allá por el año 1972, Salvador Allende, presidente de Chile daba el siguiente discurso ante la asamblea general de Naciones Unidas, en el que alertaba de los riesgos de la intromisión de las grandes corporaciones transnacionales en la política de los países.
Hace solo dos días, Rafael Correa, presidente de Ecuador, nos regalaba el siguiente discurso en la Cumbre Iberoamericana celebrada en Sevilla.
Mensajes similares pronunciados con 40 años de diferencia. El discurso de Allende, sirvió como pistoletazo de salida a la implantación de la doctrina neoliberal primero en los países de América Latina y después, progresivamente, en EEUU y Europa. Los países del cono sur parece que empiezan a despertar de la pesadilla. La contestación popular a través de los movimientos sociales hizo posible el surgimiento de líderes políticos que tuvieron el valor de enfrentarse a esos todopoderosos organismos internacionales como el FMI, el Banco Mundial, etc
Ahora, la pregunta es ¿estamos dispuestos en Europa a aprender la lección?
Ayer, Julio Anguita presentó en Valencia su último libro. Se titula «Combates de este tiempo» y recopila una serie de textos y artículos que en su mayoría han resultado ser premonitorios a la hora de describir los problemas a los que nos enfrentamos en la actualidad. Anguita explicó que tomó prestado el nombre del libro del historiador francés Lucien Febvre «Combates por la historia». En él, Febvre sostiene que la identidad de los pueblos tiene como base fundamental la memoria colectiva. De este modo, la única manera de someter a un pueblo es destruir su memoria, borrarla.
Naomi Klein sostiene una tesis similar en su imprescindible libro «La doctrina del shock». Con una cantidad abrumadora de datos y pruebas documentales, la escritora canadiense desgrana como, desde 1970, se ha ido doblegando la voluntad popular en todos los rincones del planeta, desde Chile hasta Rusia o Irak, con el único fin de imponer unas determinadas medidas económicas.
Pues bien, en mi opinión, este 2012 ha sido el año que han elegido nuestras élites gobernantes para comenzar a borrar nuestra memoria y, así, intentar disminuir nuestra capacidad de reacción. La ofensiva está resultando aterradora, golpe a golpe, agresión a agresión, de modo que la última eclipsa el recuerdo de las anteriores. Han decidido que nos van a borrar la memoria a base de golpes.
Ante esto, hagamos un ejercicio de memoria colectiva.
Febrero de 2012. Primavera valenciana.
25 de Septiembre. Estación de cercanía de Atocha Madrid.
Ya en febrero, nos lo dejaron claro, somos el enemigo.
En todos estos casos se agrede a la gente sin ninguna razón, puesto que a continuación ninguno es detenido. ¿Qué explicación puede tener semejante demostración de violencia gratuita? ¿Qué pasa por la cabeza de esos «agentes de la autoridad» que se ensañan con gente caída en el suelo? ¿Quién les manda? ¿Qué ordenes les dan?
Tal y cómo se pregunta Isaac Rosa, ¿pagará alguno de ellos por los abusos cometidos? ¿Qué tiene que pasar para que se tomen medidas y estas actuaciones no se repita?
Muchos interrogantes y ninguna contestación oficial. Podría ser que todo esto solo se deba a algunos elementos descerebrados dentro de los antidisturbios y los mossos y a la incompetencia de sus mandos para atajar estos comportamientos. Pero desgraciadamente me cuesta creerlo, estos acontecimientos se han repetido en demasiadas ocasiones en menos de un año para considerarlos como hechos aislados. Me temo que no nos gustaría conocer la respuesta a todas las preguntas anteriores.
Pablo Iglesias, nos aporta alguna clave más:
2012, un año en blanco y negro con imágenes de otros tiempos. No dejemos que se pierda la memoria de nuestro pueblo, será la única manera de conseguir que no se vuelva a repetir.
Ya ha pasado la huelga general del 14 de Noviembre. La segunda en menos de un año de era Mariana. Al ritmo que van las cosas Rajoy se podrá retirar diciendo que ostenta el record de huelga generales convocadas. Conociendo al personaje, es capaz de sentirse orgulloso de ello.
Yo decidí hacer huelga, como ya hice el 29 de Marzo. No tengo nada en contra de mi empresa, pero creo que la situación actual requiere que todos mostremos nuestro descontento. Por desgracia hay muchísima gente cuyas voces no se escucharán, bien por coacciones patronales o simplemente por estar en paro. Por ello, los que no teníamos nada que perder por hacer huelga, no teníamos excusa para desentendernos. A este respecto es imprescindible el artículo de Javier Gallego en eldiario.es Declaración de Huelga.
Las huelga generales siempre llevan alrededor la polémica asociada al seguimiento y a la acción de los piquetes. Quería ver con mis propios ojos que estaba pasando, así que decidí pasar la mañana dando vueltas por Valencia. En mi barrio, en general, todas las tiendas estaban abiertas, de lo cual hay que extraer la conclusión de que el pequeño comerciante aun no siente como suyas las reivindicaciones de la clase trabajadora. Después di un paseo por la zona universitaria, donde sí que se notaba el efecto de la convocatoria. Tanto los campus de Tarongers como el de Blasco Ibañez mostraban estampas más parecidas a un domingo de verano que a un miércoles de Noviembre. Bien por los estudiantes, al fin y al cabo son el colectivo más afectado por la deriva de los acontecimientos, golpeado por un paro de más del 50% y avocado a trabajos precarios en España o buscarse un futuro fuera de nuestras fronteras.
Ya al final de Blasco Ibañez me cruzo con una manifestación proveniente del barrio de Benimaclet rodeada de lecheras. Aquí no había sindicalistas ni piquetes, había solo gente normal protestando pacíficamente bajo una tímida lluvia.
Me uno durante un rato a ellos hasta cruzar el río para dirigirme a la calle Colón epicentro comercial de Valencia. El Corte Inglés, Zara, Apple, tiendas de joyas y demás. De nuevo, la gran mayoría abiertas. Aquí, en el centro de la ciudad, sí que encuentro a miembros de sindicatos reunidos en pequeñas manifestaciones, pero, de nuevo, ningún acto violento, ni por su parte ni por parte de la policía. Sí que me llamó la atención algo, parece que la gente va teniendo claro quienes han sido los culpables de la estafa que estamos viviendo.
Sin observar ningún incidente en absoluto decido volver a casa para coger fuerzas antes de la manifestación, cuyo comienzo, anunciado para las 18:30 tuvo que ser adelantado a las 18:15 por la cantidad de gente que se había congregado en la plaza de San Agustín. Sin duda, superaba con creces la asistencia que hubo en la del 29-M. Para quien conozca Valencia, cuando la cabecera llegó al puente de la Exposición todavía quedaba gente sin salir de la plaza de San Agustín. De hecho, los últimos que salieron de allí no llegaron al puente hasta pasadas las 10 de la noche.
Lo del baile de cifras en las manifestaciones que tuvieron lugar en toda España no hace más de volver a demostrar la falta total de escrúpulos y dignidad de nuestros gobernantes. Tomando siempre la misma fuente (las delegaciones de gobierno de cada ciudad) uno se encuentra con que, en ciudades tan dispares como Valladolid, Alicante, Valencia o Madrid (sí, Madrid) salieron a la calle el mismo número de personas, alrededor de unas 30000. Una burda mentira que cae por su propio peso. Una más. Llegará el día en que alguno de nuestros representantes políticos nos diga alguna verdad y no sepamos como reaccionar.
El día después ha traído las malas noticias, una vez más las victimas las ponemos el pueblo. En Barcelona una mujer puede perder la visión en un ojo a causa de una pelota de goma disparada por los antidisturbios. También en Cataluña, ahora en Tarragona, esa panda de matones de barrio que se hacen llamar Mossos de Escuadra le abrieron la cabeza a un niño de trece años por «mala suerte», palabras textuales de Felip Puig, Conseller de Interior del Govern de Cataluña. Aquí está el vídeo de los hechos.
¿Como se puede tener la cara tan rematadamente dura de decir que pegar en el suelo a un niño y a su madre es una cuestión de mala suerte? Para rematar la jugada, la chica que increpa al policía recibe un par de «caricias» también. Lo más inquietante de todo esto, es que el próximo 25 de Noviembre hay elecciones en Cataluña y CiU, partido al que pertenece el señor Puig, y que ha decidido coger la bandera del independentismo para tapar sus políticas antisociales, apunta a la mayoría absoluta. De ser así, se confirmaría que los ciudadanos seguimos votando muy por encima de nuestras posibilidades.
Tampoco es buena noticia ver que a medio día en las páginas web de los principales periódicos de España las noticias relacionadas con la huelga general habían caído ya a lugares de poca relevancia. Siendo además las relacionadas con los actos vandálicos las que ocupan esos puestos. A eso se ha reducido la jornada de huelga para nuestras élites periodísticas, algaradas callejeras a borrar del imaginario colectivo lo antes posible.
Pero el día después aun ha traído otra inquietante noticia relacionada con los medios de comunicación. En El País, después de despedir a un tercio de su redacción, parecen haber decidido sustituir a los periodistas por banqueros. El ilustrísimo Emilio Botín ha decidido darnos una lección de economía. Sorprende que este señor haya sido capaz de juntar tantas letras y números sin que se le escape ningún símbolo de dolar o de euro. El artículo en cuestión no dice nada nuevo, no hay alternativa, esto es lo que hay que hacer, no se pueden hacer otras politicas, blablabla … Y llega al paroxismo del cinismo en la siguiente frase:
«Pero, a pesar del impacto transformador de todas estas reformas, en mi opinión la clave para dotarnos de una banca más fuerte a largo plazo está en lograr buena cultura bancaria. Cultura bancaria. Esto significa tener oficio bancario para cumplir bien con la función básica de un banco: intermediar entre ahorro e inversión, gestionando los riesgos y con foco en el cliente. Una buena cultura bancaria habría rechazado los riesgos, la falta de governance y las malas prácticas que han destruido entidades financieras en Estados Unidos, en Reino Unido, en España y a lo largo de la Unión Europea.»
La pregunta del millón es ¿y ahora que? … La lucha no ha hecho más que empezar, estamos reviviendo una lucha de clases en previo siglo XXI, los de arriba contra los de abajo. Banqueros, gobernantes y demás oligarcas del sistema han decidido que los derechos por los que lucharon nuestros padres y abuelos les molestan en su ansía de acumular beneficios. Cuanto más tardemos en asumirlo, más tarde será para reaccionar. Como dice Eduardo Galeano en «El libro de los abrazos», a veces las paredes nos hablan:
Cuenta la mitología griega que Zeus, enamorado de la bella Europa, decidió transformarse en toro para poder acercarse a ella, secuestrarla y llevarla a Creta, lejos de su familia. Muchos siglos después, otro toro parece haber vuelto a secuestrar a las gentes de Europa y, lo que es peor, a sus valores. Me estoy refiriendo al toro de Wall Street, símbolo del optimismo, agresividad y prosperidad financiera.
Cuando Europa despertó de la pesadilla de la segunda Guerra Mundial se forjó un gran pacto social que daría como resultado el estado del Bienestar. Capitalismo regulado de cara amable, dispuesto a asegurar las pensiones para nuestros mayores, así como la educación y la sanidad gratuitas. A cambio, los europeos solo tendríamos que trabajar y consumir. En España tuvimos que esperar unos cuantos años más para que se acabara nuestro particular mal sueño y para que se nos abrieran las puertas de la nueva Europa. Y con ella, mejores coches, casas más grandes, apartamentos en la playa y todo un sinfín de comodidades con los que nunca antes se habría podido soñar.
Ahora, que para la gran mayoría de la clase media pueden empezar a torcerse las cosas (por ejemplo, los farmaceúticos), estamos desorientados. No sabemos a quien echarle la culpa de todo lo que está pasando y, de modo sorprendente, muchos acaban cargando las tintas contra los eslabones débiles de la cadena. Así, no es extraño escuchar razonamientos como: «la culpa de los rescates bancarios la tiene la gente que se hipotecó y ahora pide dación en pago» o «es que los inmigrantes colapsan los servicios médicos«.
Intento analizar los razonamientos por los cuales la gente puede llegar a estas conclusiones y solo se me ocurre una explicación. Somos presa del egoísmo y la desconfianza como sociedad, y esto conduce a algo peor aun, la desesperanza. El egoísmo y la desconfianza van de la mano en este caso: «Yo no hago huelga, porque en el trabajo estoy bien y no tengo por que defender los derechos de otros, cuando seguro que ellos no lo harían por mí.» La desesperanza es más peligrosa, lleva al derrotismo y a la resignación, «Tenemos lo que nos merecemos«, «No hay alternativa» o «Que yo haga huelga no sirve para nada» .
Ninguno estamos libres de contradicciones internas. Yo el primero. Pero ante estas contradicciones, creo que lo mejor es afrontarlas y analizar como hemos llegado a ellas. Quizá cuando nos entendamos a cada uno como persona, podremos empezar a intentar comprender a la sociedad como conjunto.